De Pueblos Indígenas en Brasil
Foto: Vladimir Kozak, Museu Paranaense. S.d.

Karajá

Autodenominación
Iny
¿Donde están? ¿Cuántos son?
GO, MT, PA, TO 4373 (Siasi/Sesai, 2020)
Familia linguística
Karajá
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Habitantes seculares de los márgenes del río Araguaia en los estados de Goiás, Tocantins e Mato Grosso, los Karajá tienen una larga convivencia con la sociedad nacional, lo que, sin amargo, no les impidió el mantener sus costumbres tradicionales en tanto grupo ejemplificándose en el mantenimiento de la lengua nativa, las muñecas de cerámica, la salidas de pesca familiares, los rituales –como la Fiesta de Aruanã y la de Casa Grande (Hetohoky), los accesorios  de plumas, la cestería y las artesanías en madera así como sus pinturas corporales cuya característica son los círculos trazados en la cara. Al mismo tiempo intentan vivir en forma temporaria en las ciudades como una manera de reivindicar sus derechos territoriales, el acceso a la salud y a la educación bilingüe, entre otros.

Nombre

El nombre de este pueblo en la propia lengua es Iny, o sea, “nosotros”. El nombre Karajá no es la auto denominación original. Es un nombre tupí que se aproxima, en su traducción, al significado de “mono grande”. Las primeras fuentes del siglo XVI y XVII, aunque inciertas, ya presentaban las expresiones “Caraiaúnas” o “ Carajaúna”. Ehrenreich, en 1888, propuso la grafía Carajahí, pero Krause, en 1908, consagró la grafía Karajá.

Lengua

Según el lingüista Aryon dall’Igna Rodrigues, la familia Karajá, perteneciente al tronco lingüístico Macro-Jê, se divide en tres lenguas: Karajá, Javaé y Xambioá. Cada una de ellas presenta formas diferenciadas de hablarla de acuerdo con el sexo del hablante. A pesar de estas diferencias, todos se entienden. En algunas aldeas, como en Xambioá (estado de Tocantins) y en Aruanã (estado de Goiás), y debido al proceso del contacto con la sociedad nacional, el portugués ha sido la lengua dominante.

En los comienzos de la década de 1970, la Funai (Fundación Nacional del Indio o Fundação Nacional do Índio)adoptó un programa educacional bilingüe y bicultural para algunos grupos, entre ellos, los Karajá. Este programa, bajo la orientación de la Sociedade Internacional de Lingüística (Summer Institute of Linguistics), entidad que tiene también objetivos de índole religiosos, produjo como resultado la traducción de la Biblia a la lengua karajá.

Localización

Los Karajá consideran al río Araguaia como un eje de referencia mitológico y social. El territorio del grupo se define por la existencia de una extensa franja que va desde el valle del río Araguaia hasta la isla de Bananal, que es la mayor isla fluvial del mundo, midiendo casi dos millones de hectáreas. Sus aldeas están, generalmente, cerca de los lagos y las afluentes del río Araguaia y del río Javaés, así como en el interior de la isla de Bananal. Cada aldea establece un territorio específico de pesca, caza y prácticas rituales demarcando internamente los espacios culturales conocidos por todo el grupo.

Esto muestra la gran movilidad de los Karajá, que presentan como una de sus características culturales la explotación de los recursos alimenticios del río Araguaia. Ellos tienen, aún en la actualidad, la costumbre de acampar con sus familias buscando los mejores puntos de pesca -tanto de peces como de tortugas- en los lagos, en las playas y en los cursos tributarios del río en donde, en el pasado, se establecían las aldeas temporarias, inclusive con la realización de fiestas en la época del estío del Araguaia. Con la llegada de las lluvias, se mudaban a las aldeas construidas en los grandes barrancos, a salvo de las subidas de las aguas en donde, en algunos lugares y todavía en la actualidad, aún cuidan sus campos de cultivo familiares y colectivos, los lugares de vivienda y los cementerios.

Demografía

Se puede tener una idea de los números en lo que se refiere a la población de los grupos de la lengua karajá a partir de los siguientes datos.

A pesar del contacto intenso con la sociedad nacional, se ha registrado un aumento poblacional en los Karajá, que continúan residiendo en el territorio tradicional. Las aldeas de cada subgrupo están distribuidas de la siguiente manera: 

Población Karajá
Karajá Javaé Xambioá Total Año Fuente
--- --- --- 7,000 a 8,000 1775 Fonseca, 1920
815 --- --- --- 1908 Krause, 1908: 238
795 --- --- --- 1939 Lipkind, 1948: 180
1.406 --- --- --- 1980 Toral, 1992: 27
1.588 --- --- --- 1990 Toral, 1992: 41
1.900 750 250 2.900 1995 ISA, 1996: vii
±1.500 ±841 202 ±2.593 1997 Braggio, 1997

El subgrupo Karajá está conformado por la comunidad de Aruanã (estado de Goiás) que tenía aproximadamente 50 personas (datos más recientes indican que esta aldea recibió algunos otros Karajá motivados por la demarcación de la tierra, totalizando aproximadamente 70 personas), por las aldeas Santa Isabel do Morro, Fontoura, Macacúba y São Raimundo, en el oeste de la isla d Bananal, por aldeas menores como São Domingos y también por dos aldeas pequeñas próximas al río Tapirapé, además de pequeños grupos ubicados más allá de la punta norte de la isla, totalizando –aproximadamente- 1.500 personas (Braggio, 1997).

El subgrupo Javaé, en los márgenes del río Javáes (brazo del Araguaia que contorna el margen oriental de la isla de Bananal) y en el interior de la isla, que presentaba alrededor de 841 personas en el año 1997, distribuidas en seis comunidades en los municipios de Formoso do Araguaia, Cristalândia y Araguaçu (Braggio, 1997).

El subgrupo Xambioá presentaba, en el mismo año, dos aldeas con 202 individuos (Braggio, 1997), en el Araguaia inferior.

Datos de Funasa del año 2006 revelan un total de 2.532 karajás (Funasa, 2006).

Historia del contacto

Los estudios históricos informan que los Karajá mantuvieron disputas con otros pueblos indígenas como los Kayapó, los Tapirapé, los Xavante, los Xerente, los Avá-Canoeiro y, con menor frecuencia, con los Bororo y los Apinayé. Todo esto con el objetivo de salvaguardar su territorio. Como resultado de estos contactos, se produjeron intercambios de prácticas culturales entre los Karajá, los Tapirapé y los Xikrin (Kayapó).

En relación al contacto con la sociedad nacional, los textos históricos informan que se produjeron dos frentes de contacto con la sociedad nacional. La primera está representada por las misiones jesuitas de la Provincia de Pará, resaltando la presencia del padre Tomé Ribeiro en 1658, quien se encontró con los Karajá del curso inferior del río Araguaia, probablemente con los Xambioá (o los Karajá del norte, como prefieren ser llamados).

El segundo frente de contacto está relacionado con las bandeiras (expediciones) paulistas rumbo al la región Centro-Oeste y Norte del Brasil, como la expedición de Antônio Pires de Campos, que se estima se desarrolló entre los años 1718 y 1746. A partir de la mencionada, varias expediciones visitaron a los Karajá a lo largo de los años y estos fueron obligados a mantener un constante contacto con la sociedad blanca.

Cacique Karajá Wataú, Aldeia de Santa Isabel do Morro. Foto: Museu do Índio/s.d.
Cacique Karajá Wataú, Aldeia de Santa Isabel do Morro. Foto: Museu do Índio/s.d.

Sus aldeas se convirtieron en objetivos fáciles para los innumerables frentes religiosos, planes gubernamentales, visitas de presidentes de la República como Getulio Vargas (1940) y Juscelino Kubistchek (1960), la construcción de un hotel de turismo de lujo así como incontables visitas de investigadores, escritores y periodistas quienes retornaban a sus ciudades con objetos culturales como artefactos plumarios, remos y las características muñecas de barro hechas por las mujeres, como en el caso del etnógrafo alemán Fritz Krause (1908), del etnógrafo norteamericano William Lipkind (1938), del escritor José Mauro de Vasconcelos (década de 1960) y de los gobernadores del estado de Goiás, Henrique Santillo (1988) y del de Tocantins, Siqueira Campos (1989).

El proceso de permanente contacto de los Karajá con la sociedad nacional logró que ellos adoptasen los bienes culturales de la sociedad que los rodeaba (alimentación, lengua, hábitos, enseñanza, religión, entre otros). La complejidad cultural del grupo es invisible a los ojos de los no indios cuando, en un primer momento, se deparan con las marcas del sufrimiento impuestas por el contacto: la tuberculosis, el alcoholismo y la subnutrición, que aumentan la discriminación de los habitantes de la región y de la población urbana hacia los indios.

Sin embargo, los Karajá demuestran una gran fuerza de resistencia al mantener sus categorías culturales principales, las que los habilitan para negociar este mismo contacto y, al hacerlo, mantener viva su organización cultural y social, su identidad indígena, sin dejar de ser ciudadanos brasileños, participando inclusive como legisladores en las instituciones de las ciudades ribereñas.

Ciclo de vida

A primeira iniciação dos meninos Karajá se dá por volta dos 5 anos de idade. Consiste na perfuração do lábio inferior, que irá receber um adorno. A perfuração é feita com a clavícula de um macaco, e se dá na presença dos pais. Fotos: Claudia Andujar/s.d.
A primeira iniciação dos meninos Karajá se dá por volta dos 5 anos de idade. Consiste na perfuração do lábio inferior, que irá receber um adorno. A perfuração é feita com a clavícula de um macaco, e se dá na presença dos pais. Fotos: Claudia Andujar/s.d.

El nacimiento de un niño entre los Karajá está marcado socialmente por la regla de la tecnonimia, esto es, los padres dejan de ser llamados por sus nombre propios y comienzan a ser conocidos como el padre o la madre de ego (aquel que nació). En el caso de los hombres, el padre novato pasa a pertenecer a otra categoría masculina. El hombre es considerado como el responsable por la fecundación, siendo necesario copular varias veces para, de manera gradual, formar el niño en el vientre de la madre, considerada apenas como la receptora. Luego del nacimiento, el recién nacido es lavado con agua tibia y pintado con tinta de urucum.

En la infancia, el niño permanece la mayor parte del tiempo con la madre y los abuelos. Sin embargo, la diferencia entre los géneros gana una mayor proporción cuando el niño llega a la edad de entre siete y ocho años y se produce la perforación del labio inferior con un hueso de guariba o mono aullador (Alouatta guariba). Luego de esto, y al alcanzar la faja etárea de entre los diez y los doce años de edad, el niño es objeto de una gran fiesta de iniciación masculina denominada Hetohoky o Casa Grande.

Ceramista Karajá. Foto: Vladimir Kozak – Museu Paranaense/s.d.
Ceramista Karajá. Foto: Vladimir Kozak – Museu Paranaense/s.d.

Los mismos son pintados con la tinta negra azulada del jenipapo (Genipa americana) y se mantienen confinados durante siete días en una casa ritual denominada Casa Grande. Se le cortan los cabellos y son denominados jyre o ariranha.

Durante la primera menstruación, la niña comienza a ser vigilada por la abuela materna, resultando en su aislamiento. Su aparición pública, cuando está bien decorada con pinturas corporales y accesorios plumarios para bailar con los Aruanãs, es fuertemente acompañada por los hombres.

El casamiento ideal es aquel arreglado por las abuelas de la pareja, preferentemente de la misma aldea, cuando los jóvenes son aptos para mantener relaciones sexuales. El casamiento más típico implica el simple traslado del joven hacia la casa de la joven, acontecimiento que se puede precipitar si algún pariente masculino, por parte de la joven, sorprende a la pareja en un encuentro intimo a escondidas de los demás. El hombre, una vez casado, comienza a vivir en la casa de la madre de la esposa, siguiendo la regla matrilocal. Cuando la familia se torna numerosa, la pareja construye una casa propia, aunque anexa a aquella en la cual residió, caracterizando espacialmente así, a la familia extensa.

De esta manera, la mujer más anciana asume un rol central en la unidad doméstica en tanto el hombre, conforme avanza en edad, va perdiendo prestigio político en la plaza de los hombres, pero tornándose –en compensación- en un referente del poder espiritual, ejerciendo en forma corriente actividades chamánicas.

En un entierro Karajá, el muerto es colocado con sus pertenencias en una estera al fondo de una fosa; todo es cubierto por varas, tratando de imitar una casa. En el frente se coloca una especie de pequeño mástil; de madera decorado. En otros tiempos también se realizaba un entierro secundario, en la actualidad no se registra, que consistía en exhumar el cuerpo y colocar los huesos en una vasija de cerámica, preparada especialmente por los parientes del occiso.

Hombres y mujeres

Los Karajá establecen una importante división social entre los géneros, definiendo socialmente los papeles de los hombres y mujeres, ya previstos en los mitos.

A los hombres les cabe la defensa del territorio, la apertura de los campos de cultivo, la pesca familiar o colectiva, las construcciones de las casas para vivir, las discusiones políticas formalizadas en la Casa de Aruanã o plaza de los hombres, la negociación con la sociedad nacional y la conducción de las principales actividades rituales ya que ellos equivalen, simbólicamente, a la importante categoría de los muertos.

Las mujeres son las responsables por la educación de los hijos hasta la edad de la iniciación en los niños y de modo permanente en las niñas, por los quehaceres domésticos como cocinar recolectar los productos del campo de cultivo, por el cuidado en lo que se refiere al casamiento de los hijos –normalmente gerenciado por las abuelas-, por la confección de las muñecas de cerámica –que se convirtieron en una importante fuente de renta familiar fomentada por el contacto-, además de ser las encargadas por la ornamentación y la pintura de los niños, de las niñas y de los hombres cuando se organizan los rituales del grupo. En el plano ritual, ellas son las responsables por la preparación de los alimentos de las fiestas principales y por el mantenimiento de la memoria afectiva de la aldea que se expresa a través de llantos rituales, especialmente cuando alguien se enferma o muere.

Los Karajá prefieren la monogamia y el divorcio es censurado por el grupo. Si la infidelidad de un hombre casado se transforma en un asunto público, los parientes masculinos de la mujer abandonada castigan severamente al infractor frente a toda la aldea, en una gran actuación dramática que puede tomar proporciones mayores con la exacerbación de los ánimos entre los grupos domésticos involucrados, resultando inclusive en el incendio de la casa de la familia del marido. Las mujeres que mantienen una vida sexual pública, una vez casadas y con sus unidades domésticas propias, dejan de recibir comentarios reprobables por parte de la comunidad ya que la constitución de la familia es un referente cultural importante para los Karajá.  

La aldea

La aldea es la unidad básica de la organización social y política. El poder de decisión es ejercido por los miembros masculinos de las familias extensas que discuten sus posiciones en la Casa de Aruanã. No es extraño que surjan rivalidades entre facciones de grupos masculinos en disputa por el poder político en la aldea. Luego del contacto con los blancos, uno de los hombres comenzó a ser elegido “capitán” de la aldea y es el responsable por los asuntos políticos con los agentes externos, como la Funai (Fundación Nacional del Indio o Fundação Nacional do Índio), las universidades, las organizaciones no gubernamentales, los gobiernos estatales, entre otros.

Los Karajá tienen aún un integrante de la jefatura quien, en el pasado, parece haber detentado dos funciones: una ritual y otra social. Un niño, tanto de sexo masculino como femenino, era escogido por el jefe ritual entre aquellos ligados a la autoridad por línea paterna, para ser educado como su sucesor o sucesora. Tanto e jefe ritual como el niño elegido, aún en la actualidad, reciben las mismas denominaciones indígenas: ióló y deridu.

Las divergencias políticas entre las aldeas son también bastante comunes, aunque el mantenimiento de la solidaridad entre ellas, motivada en el pasado por las guerras contra otras etnias y, en la actualidad, por la reivindicación de la demarcación de las tierras y por el objetivo de que los hacendados y posaderos desocupen la isla de Bananal, está reforzada por los rituales que incentivan y celebran el encuentro entre las aldeas.

Actividades de subsistencia

La alimentación de la comunidad se basa, habitualmente, en la fauna de peces del río Araguaia y de los lagos adyacentes. Aprecian algunos mamíferos y demuestran una especial predilección en la captura de araras, juburus (Jabiru mycteria) y colhereiros (Platalea ajaja) para las decoraciones en plumas.

Los campos de cultivo se implementan en los bosques tipo galería con la práctica de la quema. Los registros etnográficos e históricos citan el cultivo del maíz, de la mandioca, de la banana, de la sandía, del cará, del maní y del poroto. Con las facilidades de la ciudad, estos productos se reducen en la actualidad al maíz, la banana, la mandioca y la sandía. Ellos aprovechan también los frutos del lugar como el oiti (Licania tomentosa) y el pequi (Caryocar brasiliense Cambess), así como recolectan miel silvestre. A veces, capturan reses criadas libremente en la isla de Bananal para el consumo de carne, la que no es apreciada por los más ancianos.

Arte y cultura material

A tatuagem facial serve de marca tribal, e faz parte da segunda iniciação, por volta dos 11 anos. Foto: Claudia Andujar/s.d.
A tatuagem facial serve de marca tribal, e faz parte da segunda iniciação, por volta dos 11 anos. Foto: Claudia Andujar/s.d.

La cultura material karajá involucra técnicas de construcción de casas, hilado de algodón, adornos plumarios, artefactos de paja, madera, minerales, conchas, calabazas, cortezas de árboles y cerámica.

La pintura corporal es significativa para el grupo. En la pubertad, los jóvenes de ambos sexos se someten a la aplicación del omarura, dos círculos tatuados en el rostro en donde la mezcla de tinta de jenipapo con hollín o el tizne del carbón se trazan sobre la cara sangrante provocada por un diente de pez perra (Hydrolycus scomberoides o Raphiodon vulpinus). En la actualidad, y debido al prejuicio de la población de las ciudades ribereñas, los jóvenes apenas se dibujan los dos círculos en la época de los rituales. La pintura del cuerpo, realizada por las mujeres, se procesa de manera diferente a la de los hombres y de acuerdo a las categorías de edad, siendo utilizado el zumo del jenipapo, el tizne del carbón y el urucum. Algunos de los patrones más comunes son las rayas y fajas negras en las piernas y en los brazos. Las manos, los pies y los rostros reciben una pequeña cantidad de patrones representativos de la naturaleza, especialmente de la fauna (Fénelon Costa, 1968).

Foto: Vladimir Kozak – Museu Paranaense/s.d.
Foto: Vladimir Kozak – Museu Paranaense/s.d.

La cestería, realizada tanto por los hombres como por las mujeres, presenta motivos entrelazado inspirados en la fauna como, por ejemplo, algunas partes del cuerpo de los animales (Taveira, 1982). El arte cerámico es exclusivo de las mujeres, presentando los más variados tipos y motivos, desde los utensilios domésticos, como potes y platos, hasta muñecas con temas mitológicos, rituales, de la vida cotidiana y de la fauna.

Un asunto que genera gran interés en los turistas que visitan las aldeas Karajá, especialmente durante las temporadas en donde se puede disfrutar de las playas del río Araguaia (junio, agosto y septiembre), son las muñecas Karajá, cuya producción y venta se volvió un medio más de subsistencia del grupo.

Actividad exclusiva de las mujeres, estas figuras de cerámica tuvieron, en el pasado, y todavía mantienen una función lúdica entre los niños, aunque también son un instrumento de socialización en las niñas, conforme lo relevó Heloisa Fénelon Costa (1968), comprobando que a través de ellas se modelan dramatizaciones de acontecimientos de la vida cotidiana. El contacto les imprimió algunas modificaciones a estas muñecas en lo que se refiere al tamaño (las hacen más grandes) y al material utilizado, como tinturas químicas. Sin embargo, los motivos figurativos y patrones decorativos se mantienen a través de las ceramistas más jóvenes, quienes inclusive resaltan las figuras de los mitos y de los ritos. Es muy común encontrar las muñecas karajá en los negocios de artesanías o en los museos de las ciudades. El arte de plumas es muy elaborado, manteniendo una relación directa con los rituales. Con la dificultad en la captura de araras, un ave de gran interés para los Karajá, esta modalidad de arte se ha visto reducida en su variedad, restando sólo algunos objetos decorativos, como el lori lori y el aheto, muy utilizados en el ritual de iniciación de los niños.

Cosmología, mitos y ritos

Aldeia Macaúba, Aruanã, Ilha do Bananal. Foto: Walter Sanchez, 1986
Aldeia Macaúba, Aruanã, Ilha do Bananal. Foto: Walter Sanchez, 1986

El mito de origen de los Karajá cuenta que ellos vivían en una aldea, en el fondo del río, en donde vivían y conformaban la comunidad de los Berahatxi Mahadu, o pueblo del fondo de las aguas. Satisfechos y gordos, residían en espacio restringido y frío. Interesado en conocer la superficie, un joven Karajá encontró un pasaje, inysedena, lugar de la madre de la gente (Toral, 1992), en la isla de Bananal. Fascinado por las playas y por las riquezas del río Araguaia y por la existencia de mucho espacio para correr y vivir, el joven reunió a otros Karajá e todos subieron hasta la superficie.

Tiempo después, encontraron la muerte y las enfermedades. Intentaron volver, pero el pasaje estaba cerrado y vigilado por una gran cobra por orden de Koboi, jefe del pueblo del fondo de las aguas. Resolvieron entonces, distribuirse a los largo del río Araguaia, y se dirigieron tanto hacia el curso superior como en dirección al inferior. Con Kynyxiwe, el héroe mitológico que vivió entre ellos, conocieron los peces y muchas cosas buenas del río Araguaia. Después de muchas peripecias, el héroe se casó con una joven Karajá e se fue a vivir a la aldea del cielo cuyo pueblo, Biu Mahadu, le enseñó a los Karajá a trabajar los campos de cultivo.

Posse de Konini na direção do Parque do Araguaia. As aldeias Karajá serviram, por diversos momentos, como palco de visitação de autoridades federais interessadas em ganhar visibilidade junto aos índios. Foto: Pedro José Empresa Brasileira de Notícias/s.d
Posse de Konini na direção do Parque do Araguaia. As aldeias Karajá serviram, por diversos momentos, como palco de visitação de autoridades federais interessadas em ganhar visibilidade junto aos índios. Foto: Pedro José Empresa Brasileira de Notícias/s.d

Existe una correspondencia simbólica entre la distribución vertical de los referidos pueblos míticos y las actuales aldeas Karajá a lo largo del valle del río Araguaia. Los Xambioá son los Iraru Mahadu, el Pueblo de Abajo, al norte del Araguaia. Los Karajá de la punta sur de la isla y los de Aruanã son algunos de los representantes del Pueblo de Arriba, o Ibóó Mahadu, y los Javaé, según algunos autores, son el Pueblo del Medio o Itua Mahadu (Petesch, 1986 y Rodrigues, 1993). Esta distribución de las aldeas a los largo del río Araguaia mantiene una correspondencia con la distribución de las casas en una única aldea, como la de Santa Isabel, por ejemplo, cuyas casas forman dos líneas rectas paralelas. Si imaginamos estas dos rectas paralelas de casas cortadas por dos líneas transversales, se forman tres segmentos: las casas de arriba, (río arriba), las casas del medio y las casas de abajo (río abajo).

Aldeia Macaúba, Aruanã, Ilha do Bananal. Foto: Walter Sanchez, 1986
Aldeia Macaúba, Aruanã, Ilha do Bananal. Foto: Walter Sanchez, 1986

En el ritual de iniciación masculina, conocido como Hetohoky o Casa Grande, los hombres también se dividen en hombres de arriba, hombres de abajo y hombres del medio y, la disposición espacial de las casas rituales, igualmente se presenta la casa pequeña (río abajo), la casa grande (río arriba) y la casa de Aruanã, que siempre se ubica en el medio de estas. Por lo tanto, la localización de las aldeas Karajá posee una razón de ser en ese o en aquel lugar en relación al río Araguaia, así como la disposición de las casas de residencia, de los cementerios, de las casas rituales, sigue un simbolismo propio que pertenece a la cultura karajá. Los mitos abordan temas muy variados como el origen, el exterminio y el recomienzo de los Karajá, el origen de la agricultura, del venado y del tabaco, el origen de la lluvia, del sol y de la luna, el mito de origen de los Aruanãs, las mujeres guerreras, el origen del hombre blanco, entre otros muchos. Normalmente, estos mitos están asociados a los rituales y a los temas sociales como el papel de los géneros, el casamiento, el chamanismo y el poder político, las enfermedades y la muerte, el parentesco, las plantaciones, la pesca y el contacto con los blancos.

La estructura ritual de los Karajá presenta dos grandes ceremonias como referentes: el rito de iniciación masculina, el Hetohoky, y la Fiesta de Aruanã, que presentan ciclos anuales, basándose en la marea alta y baja del río Araguaia. Entre otros pequeños ritos, pueden ser citados la pesca colectiva de timbó, la fiesta de la miel, la fiesta del pescado, además de otros –numerosos- incluidos en los grandes rituales de los Aruanãs y del Hetohoky.

Notas sobre las fuentes

Las referencias sobre los Karajá suman aproximadamente 900 títulos (860 de los cuales constan en la conocida Bibliografa Crítica da Etnologia Brasileira –Bibliografía Crítica de la Etnología Brasileña-, de Herbert Baldus) toda vez que, debido a la facilidad de la navegación en el Araguaia durante el tiempo de las jefaturas, fueron muy visitados por los periodistas, viajeros, misioneros, agencias gubernamentales, fotógrafos e investigadores. Entre los textos etnográficos más antiguos existe una rica descripción de Paul Ehrenreich, quien visitó a los Karajá en 1888, después de haber participado del segundo viaje de Karl von den Steinen al Alto Xingu. Editado en Berlín en 1891, su trabajo fue traducido al Portugués por Egon Schaden y publicado con introdução y notas de Herbert Baldus en 1948, con el título “Contribuições para a Etnologia do Brasil” (“Contribuciones para la etnología del Brasil”), que se inicia con la sección “As tribos Karajá do Araguaia (Goiás)” (Las tribus Karajá del Araguaia (Goiás)). Luego contamos con la descripción bastante confiable de Fritz Krause, quien viajó por el Araguaia en 1908 y publico “Nos sertões do Brasil”.

Luego de estos pioneros alemanes, se hace presente el antropólogo norteamericano William Lipkind, quien publicó, en 1948, su etnografía sobre los Karajá en base a su trabajo de campo realizado entre los años 1938 y 1939. Es necesario destacar que Herbert Baldus, quien se dedicaba en esa época a los estudios de los Tapirapé, visitó a los Karajá en 1935 y en 1947, durante sus pasaje por el río Araguaia, y escribió tres artículos que incluyen los datos que recolectó entre ellos: “Mitologia Karajá e Tereno”, en donde los mitos de los primeros ocupan la mayor parte del trabajo; “A mudança de cultura entre os índios do Brasil” (“El cambio cultural entre los indios del Brasil”); y “Tribos da bacia do Araguaia e o Serviço de Proteção aos Índios” (“Tribus de la cuenca del Araguaia y el Servicio de Protección a los indios”).

Durante las décadas de 1920 e 1930, varias expediciones paulistas, incluyendo periodistas, fotógrafos y exploradores, viajaron por el río Araguaia buscando la sierra de Roncador y los Karajá fueron muy visitados e informados. En 1954, el arqueólogo Mário Ferreira Simões estudió a las ceramistas de las aldeas Karajá y los resultados están en el texto “Cerâmica karajá e outras notas etnográficas” (“Cerámica Karajá y otras notas etnográficas”)  de 1992. Las etnografías modernas se inician en base a la tesis de libre docencia de Maria Heloísa Costa Fénelon sobre el arte y el artista Karajá en 1968. Edna Luiza Taveira de Melo publica, en 1982, su tesis de maestría “Etnografia da cesta karajá” (“Etnografía de la cesta Karajá”). En el mismo año, George R. Donahue Júnior defendió su tesis de doctorado en la Universidad da Virginia, ofreciendo una visión general de los Karajá. En 1987, la antropóloga francesa Nathalie Petesch presentó una propuesta de clasificación de los Karajá en el gráfico etnológico del Brasil Central y, en el año 1991, Manuel Ferreira Lima Filho concluyó su tesis de maestría en la Universidad de Brasilia sobre el rito de iniciación de los niños Karajá. Luego de esto, se verifican, todavía, tres importantes tesis sobre los Karajá de las cuales mencionamos dos: la maestría de André Amaral de Toral (1992) del Museu Nacional, con una etnografía más amplia sobre los Karajá; y el doctorado de Nathalie Petesch de la Universidad de Paris X en el mismo año.

Es importante resaltar la importancia de las consideraciones antropológicas acerca de los efectos de la construcción de la hidrovía Tocantins-Araguaia para los Karajá contenida en el informe de la FADESP (Fundação de Amparo e Desenvolvimento da Pesquisa-Fundación de Amparo y Desarrollo de la Investigación)emitido en octubre de 1999.

Fuentes de Información

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  • BALDUS, Herbert. Mitologia Karajá e Tereno. In: --------. Ensaios de etnologia brasileira. 2a. ed. São Paulo : Ed. Nacional ; Brasília : INL, 1979. p. 108-59. (Brasiliana, 101)

 

  • --------. A mudança de cultura entre os índios do Brasil. In: --------. Ensaios de etnologia brasileira. 2a. ed. São Paulo : Ed. Nacional ; Brasília : INL, 1979. p. 160-86. (Brasiliana, 101)

 

  • --------. Tribos da bacia do Araguaia e o Serviço de Proteção aos índios. Rev. do Museu Paulista, São Paulo : Museu Paulista, v. 2, n.s., p. 137-68, 1948.

 

  • BONILA JACOBS, Lydie Oiara. Reproduzindo-se no mundo dos brancos : estruturas Karajá em porto Txuiri (Ilha do Bananal, Tocantins). Rio de Janeiro : Museu Nacional, 2000. (Dissertação de Mestrado)

 

  • BRAGA, André Garcia. A demarcação de terras indígenas como processo de reafirmação étnica : o caso dos Karajá de Aruanã. Brasília : UnB/DAN, 2002. (Monografia de Graduação)

 

  • BRESIL : Arts prehistoriques, la conquete portugaise et l'art baroque, cultures indiennes, de l'esclavage a l'ere industrielle. Paris : SFBD Archeologia, 1992. 77 p. (Dossiers d'Archeologie, 169)

 

  • BRIGIDO, Suely Ventura. A poética dos ritmos e dos movimentos caóticos : uma leitura do espaço e do tempo, a partir dos conteúdos estéticos e culturais dos índios Karajá. Rev. da Academia Nacional de Música, Rio de Janeiro : Academia Nacional de Música, n. 11, p. 61-76, 2000.

 

  • BUENO, Marielys Siqueira. Macaúba : uma aldeia Karajá em contato com a civilização. Goiânia : UFGO, 1975. 92 p. (Dissertação de Mestrado)

 

  • CHIARA, Vilma. Les poupées des indiens Karajá. Paris : Université Paris X, 1970. 175 p. (Tese de Doutorado)

 

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  • Tigrero : the film that was never made. Dir.: Mika Kaurismaki. Filme Cor, 35 mm, 1994.

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