De Pueblos Indígenas en Brasil
Foto: Piotr Jaxa, 1993

Krikatí

Autodenominación
Kricatijê
¿Donde están? ¿Cuántos son?
MA 1031 (Siasi/Sesai, 2020)
Familia linguística

Los Krĩcati sufrieron la invasión de sus tierras por haciendas de ganaderos desde el siglo XIX y sus derechos territoriales sólo fueron reconocidos plenamente por el Estado brasileño en el año 2004, después de décadas de conflicto. Hoy procuran dar curso a su forma de vida y visión de mundo característicos de los pueblos Timbira que habitan esa región.

Nombre y población

Krikati desfiando fibras de palmeira. Foto: Gilberto Azanha, 1989.
Krikati desfiando fibras de palmeira. Foto: Gilberto Azanha, 1989.

La auto-designación del grupo es Krĩcatijê, que significa "los de la gran aldea", nombre que también les es aplicado por los demás Timbira. Sus vecinos inmediatos, los Pukopjê, se refieren a ellos utilizando la denominación Põcatêgê que significa "los que dominan la meseta".

Debido a la referencia común en las fuentes históricas entre los Krĩcati y los Pukopjê, en el inicio del siglo XIX la población total de los dos grupos fue estimada por Paula Ribeiro en unos 2 mil indios. En 1919, un censo del Servicio de Protección al Indio (SPI) registró una población de 273 indios distribuidos entre las aldeas Engenho Novo y Canto da Aldeia.

Fue sólo a partir de la década de 1960 que las poblaciones de los dos grupos empezaron a ser mencionadas de forma separada.

 

Fecha Fuente Número de índios
1963 SPI 230
1964 JEAN CARTER LAVE 210
1969 DOLORES NEWTON 204
1970 COTRIM / FUNAI 146
1979 MONTAGNER / FUNAI 291
1984 SANTOS 338
1990

FUNAI

420
1996 CTI 487
2005 FUNASA 682

Ubicación y estado de las tierras

Preparação para a corrida de Toras. Foto: Piotr Jaxa, 1993.
Preparação para a corrida de Toras. Foto: Piotr Jaxa, 1993.

La Tierra Indígena Krĩcati se encuentra en los municipios del Estado de Maranhão de Montes Altos y Sítio Novo, al sudeste del Estado. La TI [Tierra Indígena] es bañada por los ríos y arroyos de las cuencas del río Tocantins (Lajeado, Arraia, Tapuio, entre otros) y Pindaré / Mearim. Además, el primero de estos importantes ríos de Maranhão tiene su cabecera principal dentro de la Tierra Indígena.

En el 2005, los Krĩcati vivían en dos aldeas: San José (la mayor y más antigua) y Raíz, esta última fundada pocos meses después de la finalización de la demarcación física del área en 1999. Había además una aldea (Cocal) integrada por individuos guajajara casados con algunas mujeres krĩcati.

Historia del proceso de reconocimiento de la Tierra Indígena

El territorio de los Krĩcati fue declarado como Tierra Indígena el 8 de julio de 1992, por el decreto ministerial N º 328. Esta ordenanza estableció como posesión indígena un total de 146 mil hectáreas. Los estudios que delimitaron la TI Krĩcati no fueron hechos solamente por la Funai, sino también por un perito designado por el Juez Federal del segundo Juzgado de San Luis, quien reconoció su validez legal para desestimar la pretensión de muchos agricultores de Montes Altos que habían iniciado una demanda en 1981 ante el tribunal para tentar el reconocimiento legal de sus títulos de propiedad relativos al área alegada por los Krĩcati. El juez federal no reconoció como válidos los títulos de los 120 hacendados que propusieron la acción, por considerar la causa extinta y sin justificación.

Incluso los expertos requeridos por los hacendados se vieron obligados a reconocer que los títulos presentados "... eran de posesiones sin nombre, ubicación, límites ni área definida – lo que determina la nulidad de los expedientes promovidos por los herederos o sucesores"(Acción Nº 1875/81, 2 º Juzgado de la Justicia Federal de Maranhão). Así que lo que fue reconocido en la Corte, además de la legitimidad de la posesión indígena sobre el área propuesta por el perito, es que los supuestos dueños eran en realidad ocupantes de tierras de la Unión Federal, cuyo usufructo exclusivo les correspondía exclusivamente a los Krĩcati, según lo dispuesto en el artículo Nº 231, caput, de la Constitución brasileña. La omisión del poder Público, al posponer indefinidamente la demarcación administrativa del área indígena, generó una situación explosiva, poniendo en peligro la supervivencia física de los indios Krĩcati.

En 1989, la Funai catastró 563 ocupaciones en la zona delimitada por la Krĩcati indios, pero se descubrió que en 161 de ellas los ocupantes no viven en el inmueble (lo que significa que estos ocupantes no viven exclusivamente del inmueble o tienen otra fuente de ingresos); asimismo, que 256 ocupaciones fueron establecidas entre los años de 1979 y 1989 (después, por tanto, de la primera ordenanza de delimitación) e, incluso, que de éstas un total de 96 fueron efectivizadas sólo en los años de 1988 y 1989. Por tanto, casi el 50% de las ocupaciones fueron establecidas después del inicio de la acción judicial (lo que pone de manifiesto la mala fe de estos ocupantes).

En 1999, la Funai comenzó el proceso de desalojo, con el pago de las mejoras realizadas; sin embargo, la remoción total de los ocupantes aún no se ha materializado. Mientras tanto, los Krĩcati están recibiendo un territorio devastado, con pocos arbustos, sin caza y sin peces.

Historia del contacto

Los Krĩcati nunca abandonaron sus antiguas sedes al este del Tocantins, donde este río cambia de dirección sucesivamente de sur / norte a este / oeste, hacia la naciente del Imperatriz, en el interior” (Nimuendajú, 1946:19).

Todas las referencias históricas a los Krĩcati ("Caracati") los sitúan exactamente en el territorio descrito por Nimuendajú - Casteneau (1844), Ferreira Gomes (1859) y Marques (1870) así lo han hecho. En su "Memoria sobre las naciones gentiles", escrita en 1819, el Mayor Francisco de Paula Ribeiro menciona de pasada a los "Poncatgêz", grupo cuyo territorio coincide con aquel históricamente ocupado por los Krĩcati. Junto con sus vecinos Pãrecamekra (que vivían al norte del Río Farinha, Tocantins abajo), aquellos indios fueron atacados en 1814 por una banda organizada en São Pedro de Alcântara y ayudada por los Mãcamekra (Paula Ribeiro, 1841). Además de la coincidencia geográfica, su nombre coincide con la denominación que los Gavião-Pukopjê y demás Timbira dan a los Krĩcati: Põcatejê ("los que dominan la meseta"). Todo lleva a creer que el "Põcatgêz" de Paula Ribeiro sería en realidad una subdivisión – más al sur – de los así llamados Krĩcati.

Foto: Julio Azcárate, s/d.
Foto: Julio Azcárate, s/d.

Próximos culturalmente y, también, espacialmente, los Krĩcati fueron muchas veces confundidos con los Gavião-Pukopjê. Lo cual explicaría la tardía aparición del término "Caracati" en las fuentes históricas y la omisión de Paula Ribeiro que, tal como calificó Nimuendajú", fue “el único error cometido por ese buen conocedor de los antiguos Timbira" (op. cit.: 8). Cuando se observa el mapa del Maranhão elaborado por Cândido Mendes de Almeida (y publicado en 1868) se ve que la región comprendida entre Imperatriz y la Sierra del Desorden está anotada con el término "ls. Gaviões”. Otro dato importante a destacar es que, al estar prácticamente "vacía" de haciendas o poblados, la referida región es poco detallada geográficamente, induciendo al autor a errores evidentes (por ejemplo, la ubicación de la propia Serra da Desordem). Eso quiere decir que lo que el autor citado conocía en ese momento era que entre Imperatriz y la Serra da Desordem habitaban los indios “Gaviões”.

Aguerridos y belicosos, los así llamados Gaviões (es decir, los Pukopjê y Krĩcati) tornaron fallidos los intentos de colonización de la región comprendida entre las cabeceras del Pindaré y Tocantins (los "Campos do Grajaú") hasta 1841. En 1817 el gobierno de Maranhão financió la instalación de una colonia militar en las orillas del alto río Grajaú, la Colonia Leopoldina, para "llamar a paz a los indios de la región" y permitir la colonización. La ejecución de este proyecto estuvo a cargo de Francisco Pinto de Magalhães, el exitoso "pacificador de los Mâkamekra", y contó con el apoyo de 40 soldados de línea. Sin embargo, en 1821 no quedaba nada de esta colonia, pues Francisco Pinto de Magalhães "(...) se vio obligado (...) ante la ferocidad (de los indios) a abandonar el presidio y retirarse con dieciocho hombres." (Marques, [1870] 1970; 200,362). 

Después de la instalación de la colonia militar de Santa Teresa (actual Imperatriz de Maranhão) – por orden y por cuenta del gobierno del Pará - y del establecimiento allí del misionero Manuel Procópio, algunos grupos de indios Timbira empezaron a establecer contactos pacíficos con el padre:

Los primeros con que (el padre) trató fueron los Apinayé - pero que infelizmente se rebelaron y abandonaron el lugar en que vivían, internándose. Entonces se dirigió a las malocas [tradicionales casas comunales ] de los Caracatis, Caracatigês y Gaviões y con más fortuna pudo estrechar relaciones más amistosas con ellos, habiendo ya llegado al punto de conseguir que sus jefes o Tuxãuas, le prometiesen seguirlo y establecerse bajo su dirección. El misionero había elegido para el asentamiento de la población el lugar denominado - Campo de los Frailes - que le parecía ser el más conveniente " (Aguiar, 1851: 57/58).

En otro informe se lee:

El misionero de Santa Teresa de Tocantins (...) me informó a finales del año pasado (es decir, en 1853) que en esa ocasión habían descendido desde el sertón a su misión quinientos indios; (. ..) y, últimamente, comunicó haber reunido allí más de trescientos dos de la tribu Cravaty". (Rego Barros, 1854; 37).

Estas son las principales referencias explícitas a los "Caracati" en las fuentes históricas como un grupo diverso de los Gaviões – y a través de ellas podemos saber también que los primeros contactos pacíficos con los "Caracatis" sólo habrían acontecido en 1854. Sin embargo, de los 302 "Caracatis" mencionados anteriormente, pocos deben haber permanecido allí, pues en el informe del año siguiente (1855) se reporta que la población indígena de la colonia era de solamente 109 indios (Pinto Magalhães, 1855, 26). 

El informe del presidente de la provincia de Maranhão de 1855 no hace referencia a esa colonia, mencionando a los “indios Gaviões y Caracatys (...) que existen en la orilla izquierda del río Grajahú" (Olímpio Machado, 1855: 58). 

En 1856, otro informe indica que "el misionero de la nueva misión de Santa Teresa (...) apeló ante el juez de la comarca de Carolina pidiendo fuerza y protección a causa de las amenazas y las depredaciones de ganado que diariamente eran realizadas, de acuerdo con su frase, por mil arcos que circundan la misión"(Cruz Machado, 1856; 70). En el mismo informe, sin embargo, al tratar de las tres parcialidades existentes en la Vila da Chapada (Grajaú), cita "trece pequeños caseríos de indios Gaviões que habitan las orillas del Grajaú" (idem, ibídem; 67/68). Como las otras dos parcialidades de la Vila da Chapada se componían de indios "Matteiros" (Xàcamekra) y "Canellas", eso nos lleva a suponer que el autor del informe de nuevo engloba bajo el nombre de "Gaviões" a los Krĩcati y los Pukopjê.

Este informe es importante, ya que además de citar el número de aldeas de los "Gaviões" en la margen izquierda del Grajaú, señala que "a excepción de la (aldea) del capitán Pompeyo, que por muy distanciada no es conocida, todas las otras se comunican más o menos con los cristianos", llegando incluso al detalle de precisar que "los jefes de seis de ellas ya tienen nombres cristianos y se componen en su totalidad de 592 indios" (p. 68). Además de eso, el autor despeja el riesgo de haber confundido las aldeas Guajajara y Gaviões al considerar que "en toda la extensión de la región de la Chapada hay numerosas tribus de indígenas no civilizados, cuyo número se estima en unos cuatro mil. En general, estos silvícolas conservan sus hábitos originarios (...).Los Guajajara son los únicos que han aprovechado del trato social, debido principalmente a la excelente índole de que están dotados"(idem, ibidem: 68). 

Hasta la década de 1860, por lo menos, son numerosas las evidencias que demuestran que la región comprendida entre el río Tocantins y la margen izquierda del curso superior del río Grajaú (a la altura de la Serra da Desordem) era de dominio de los "indios Gaviões" - como afirman Cândido Mendes de Almeida y César Augusto Marques. 

Hoy en día nos encontramos en posesión de material etnohistórico suficiente para que podamos considerar que los grupos indígenas agrupados bajo la denominación de “Gaviões“ eran en realidad:

  • Los "Gaviões del Oeste" ( Paracatêjê, que hoy habitan la Tierra Indígena Mãe Maria, en Pará), que hasta inicios de la década de 1970 se mantuvieron alejados – apenas una parte del grupo - y dominando el noreste de Imperatriz, del arroyo de los Frailes hasta la altura de Alcobaça (Tucuruí);
  • Los Gaviões Pykopjê, que todavía hoy dominan la cuenca Santana y las formaciones del borde izquierdo del alto Grajaú (y que actualmente habitan la Tierra Indígena Governador - MA); 
  • los Krĩcati (Põcatêjê), que tenía su hábitat ubicado al sur y al sureste de los Gaviões / Pukopjê, en las cabeceras del Grajaú y el Pindaré y - pasando la divisoria de aguas de este río - en los afluentes de la margen izquierda del río Tocantins, entre el arroyo Arraia e Imperatriz; y 
  • los Pihàcamekra (o "Pivocas" o "Caracatigês"), cuyas "antiguas sedes estaban en Embira Branca, un arroyo que desemboca en la margen derecha del Tocantins, un poco abajo de Imperatriz" (Nimuendajú, 1946: 18). En 1859, Gomes Ferreira conoció una de las aldeas ("Caragés") "a una legua de Santa Teresa encontrando allí entre 50/60 habitantes pobres y mal alimentados" (1862: 510). Marques, citando un documento de 1862, dice que son dos las aldeas de los "Caragés" (= "Caracatêjês" = "Pivocas" = "Pivoca-Mecrãns" - Pihàcamekra) en los alrededores de Santa Teresa "(...) y que tienen sus hogares a un cuarto de legua y otros a una legua, además de innúmeros indios bravos, que habitan en lugares más lejanos; no obstante, están en contacto con estos indios" (1970 (1870): 567 - énfasis agregado). Una lista de los grupos indígenas suministrada por el Juez de Derecho de Carolina al Presidente de la Provincia de Maranhão en 1861 cita la aldea de los "Pivocas" en las cabeceras del Pindaré y en las inmediaciones de Santa Teresa (idem, ibidem: 180). Tal como comenta Nimuendajú: "la lista merece poca fe ... pero ella parece indicar que al menos en ese momento una parte de la tribu (de los Pihàcamekra) ya se había retirado más allá de la divisoria del Tocantins". (1946: 18).

La historia krĩcati contada por ellos mismos: la dinámica de las aldeas

La memoria de los actuales Krĩcati apunta hacia una aldea situada en el río Batalha, a la cual ellos se refieren como aldea del Cutõi (sonaja, maraca). Siguiendo el curso del río Batalha formaron otra aldea, próxima al lago que ellos llaman Aaprore, cerca de la sierra de Mentocará. De allí se desplazaron hasta la sierra Hutéxãmxà. Estas sierras son en realidad los extremos de la sierra del Cocalinho.

Fue entonces que, según los ancianos Krĩcati, los "portugueses llegaron", o al menos la presencia de blancos comenzó a incomodar e interferir con el proceso de mudanza de las aldeas krĩcati y, por lo tanto, con la ocupación del territorio. Dicen que de la sierra del Cocalinho salieron hacia la meseta y formaron una aldea cerca del lago de los Fortes (Kyprejõnku) en una cabecera del río Pindaré - cerca del lugar donde se encontraba el caserío llamado Quiosque.

Siempre en movimiento a causa de la presencia del cupen ("civilizado"), los Krikati cuentan que descendieron hasta las aguas del San Gregorio formando la aldea Hõcrécaixô. Cuando se encontraban en esta aldea, los Krĩcati sufrieron el robo de algunos niños robados por los blancos y, después de haber asaltado una hacienda para recuperarlos, se esparcieron por temor a represalias. 

Marques narra este episodio, refiriéndose a:

hechos lamentables que los indios de la tribu - Caracati - practicaron en la hacienda Salto de D. Raimunda Pereira da Luz, y de los cuales resultó la muerte de ésta y de más dieciséis personas (...) los indios que cometieron, fueron provocados por João Machado y otros, en cuyo número se incluyen tres yernos de la mencionada D. Raimunda, que invadieron la aldea en la que vivían y les robaron algunos niños, habiendo después, para esconder tan inicua acción, asesinado brutalmente dos de los indios que robaron, siendo que por estos delitos ya se encuentran ahora detenidos y están siendo procesados por el delegado de policía de Carolina" (1970 [1870]: 182).

Esta noticia aparece en un oficio del entonces Juez de Derecho de Carolina, Dr. Manoel Jansen Ferreira, a la persona responsable de la apertura de una carretera entre Santa Teresa y Monção y es interesante, para nuestros propósitos, citar el pasaje final del oficio:

además, aquellos indios (los Caracatis) viven muy lejos de los lugares por donde la carretera tiene que ser abierta ... No se deje, por lo tanto, llevar por infundadas noticias de agresiones y, sin abandonar ninguna de las medidas recomendadas por la tarea, debe vuestra merced tener en cuenta que los indios salvajes, que conocen por la tradición de sus mayores sobre la superioridad que sobre ellos tenemos, y faltos de recursos para vivir en la independencia primitiva, porque se encuentran reducidos a un pequeño territorio, que está rodeado por todos lados de asentamientos civilizados, desean y procuran vivir en paz, y no hacen la más mínima agresión, sino después de ser provocados" (Marques, 1970 [1870]: 183 – énfasis agregado).

El camino de la carretera mencionada en esta carta, debía pasar por el arroyo Bacabatiua (idem., ibidem: 182), cortando por tanto el territorio de los Pihàcamekra. Los trabajos de la carretera se iniciaron en 1864-65. Pero el relato no precisa la fecha del ataque a la hacienda “Salto” que, a partir de lo que se puede inferir de los textos de Marques, debe haber ocurrido algunos años antes (probablemente en 1861).

La hacienda Salto se ubicaba presumiblemente en las aguas del arroyo Salto que, junto con el arroyo Tapuio y el San Gregorio forman el río Arraia. Así, la noticia de Marqués resulta fundada en la medida en que está de acuerdo tanto histórica como geográficamente con la historia oral de los Krĩcati, que informan que en ese tiempo (el del asalto a la hacienda) una de sus aldeas se ubicaba en las orillas del río San Gregorio (ocupando así la cuenca del río Arraia).

Después de este ataque a la hacienda, los Krĩcati se dispersaron. Uno de los grupos se refugió en la Serra da Desordem en las cercanías, según ellos, de lo que es hoy la ciudad de Imperatriz (antigua Santa Teresa). De nuevo Marques ofrece una indicación al respecto al notificar que: 

en abril y mayo de 1862, habiendo poco más o menos 300 indios encontrado la carretera a Tocantins nuevamente abierta, por la posición en que está separado el bosque donde ellos residen, vinieron con otros ya domesticados a la aldea de Santa Teresa a pedir paz, temiendo sin duda a las bandas de recuerdos tristes y sangrientos" (id., ibd: 180).

Esos 300 indios serían probablemente uno de los grupos krĩcati que se dispersaron después del asalto a la hacienda Salto; los "otros ya domesticados" sería los Pihàcamekra, con quienes los Krĩcati mantenían relaciones de alianza.

Mientras que ese grupo se mantuvo en las inmediaciones de la colonia militar de Santa Teresa, otro grupo se había refugiado en dirección opuesta, en la Serra do Desordem.

Cuentan los indios sobre los tiempos difíciles en que tuvieron que permanecer en lo alto de la Serra, ya que allí no había agua. En ese momento (alrededor de 1866) se estableció en la región un “hacendado” de nombre Amaro. Cuentan los indios que muchos jóvenes, por invitación y promesas de este hacendado, bajaban de la montaña y no regresaban más a la aldea. Hasta que el jefe de la aldea, el capitán Ahyt, mandó que otros dos indios acompañasen a lo lejos a un joven enviado por la aldea atendiendo a la invitación del hacendado, para verificar su destino. Y lo que contaron fue que el hacendado mandaba amarrar a los indios de cabeza para abajo para después matarlos, haciendo que bebiesen "sebo caliente de ganado". 

Interesante es que este episodio es marcado de manera diferente por Delvair Montagner en su informe a la Funai en 1980:

En esta Serra (da Desordem) se refugian los ‘cristianos’(kupê). El "pacificador" Amaro escala la Serra da Desordem para llegar a la aldea y atraer a más indios. Los sertanejos estaban escondidos, y cuando más de veinte indios fueron a tomar la comida que les ofrecían, fueron asesinados y arrojados al río. Los Krĩcati querían ver a los compañeros que habían llegado anteriormente. Amaro dice que los mató y los recompensa con bienes materiales. Los indios se van. Al negro se le ordena regresar a la aldea y llevar capturado al capitán Alexandre. Estos hechos se desarrollan cerca de la cabecera del Arraia, justo detrás de la Serra da desorden, en un lugar llamado Fortaleza".

Los Krĩcati actuales cuentan este episodio ocurrido hace aproximadamente cien años, con tanto detalle y con tal vivacidad como si hubiera acabado de suceder. En realidad, el hecho de reforzar la agresividad del hacendado Amaro trasunta el esfuerzo de reunir en un solo episodio (el más ilustrativo) la situación de persecución en que se encontraban en aquel momento y el espanto de tener que compartir con grupos absolutamente extraños (al punto de no saber cuál era el destino de los jóvenes de la aldea que resolvían aproximarse a las viviendas de los blancos) en territorios que antes disputaban con otros semejantes a ellos (los demás grupos Timbira).

Y en la secuencia del relato cuentan que, después de haber sido descubierto, ese hacendado entregó a los Krĩcati, en un pacto de paz, dos campos de mandioca y cinco corrales llenos de ganado; fue entonces que descendieron de la Serra da Desordem, estableciendo una aldea en el lugar. De “matador” a "amigo" de los indios, este relato es un resumen de las relaciones de los indios con los neo-brasileños, y apunta a la forma en que los blancos, a través de "agrados" (donación de ganado, cultivos de mandioca, etc.) establecían contacto con los indios que les permitían la permanencia en sus territorios.

Los indios recuerdan que sus antepasados les decían que antiguamente en su territorio no había civilizados. Poco a poco ellos fueron llegando y pidieron permiso al capitán para residir allí. Le agradaban con regalos y tabaco. Se decían amigos de los indios y "buena gente". Pero consumían los animales que los indios solían cazar y depredaban el bosque que hoy casi no existe más. Dicen que el "pacificador" Amaro preguntó al capitán si podía vivir en la zona. Su hijo, dueño de la hacienda São Francisco, solicitó al capitán Lourenço para quedarse definitivamente en el lugar donde se encontraba (...)" (Montagner, 1980: 5).

Después de la fuga, el contacto se lleva a cabo de manera más sistemática; es "el inicio de la coexistencia pacífica" y los Krĩcati nos dicen que de la aldea de Fortaleza se desplazaron hacía las aguas del arroyo Tapuio y formaron otra aldea, la del Caldeirão - Hincá. De este grupo, una parte pasó a formar una aldea en la ribera del arroyo Faveira (cerca del lugar donde actualmente está el Quiosco). Más tarde regresaron al campo del Caldeirão y, uniéndose todos, hicieron la aldea de Coati, casi en la cabecera del Tapuio, volviendo de nuevo a la Serra da Desordem. 

Cuentan los Krĩcati que fue en esa aldea que entraron en contacto con la familia de Raymond de Souza Milhomem, que pidió al Lourenço (Krìàkra), bisabuelo de Francisco (ex capitán y líder importante entre los Krĩcati actuales), permiso para residir y criar algo de ganado, y el viejo indio llevó a los Milhomen a un lugar llamado Cana Brava. "Pero debido a la malaria los Milhomem se mudaron y se establecieron en las márgenes del Arroyo Campo Alegre" (muy cerca de la actual aldea de Krĩcati, San José). Es importante destacar que, por haber dado permiso para permanecer en sus territorios, el antiguo "capitán" Krĩcati paso a adoptar el apellido de Milhomem, transmitiendo este "derecho" a sus descendientes.

Y por haberse establecido en territorio Krĩcati - manteniendo con ellos relaciones de alianzas – es que Raimundo de Souza Milhomem fue nombrado, en 1887, para ocupar el puesto de Director de indios de la Dirección Parcial de Imperatriz, legitimando e incentivando la ocupación del territorio indígena por sus familiares y asumiendo, delante de los indios, la contraparte de la "protección".

En cuanto "director de los indios", Raimundo Milhomem comenzó a “agradar” a los Krĩcati (es decir, a pagar el alquiler a los indios por la ocupación de sus tierras) mas ya no con sus propios recursos, sino con fondos públicos que le eran transferidas por el gobierno provincial. Una vez más, es necesario hacer hincapié en que el propósito explícito de las "Direcciones Parciales" era "retirar a los indios de su estado salvaje - para hacer posible la ocupación civilizada de sus inmensos territorios".

De la aldea del Quati un grupo Krĩcati se desplazó hacia las aguas del río Arraia, formando la aldea del "Canto da Aldeia".

En el siglo XX

Estamos aproximadamente en el umbral del siglo XX. Fue en el Canto da Aldeia donde los dos subgrupos Krĩcati volvieron a unirse. Pero atendamos ahora al movimiento del otro subgrupo Krĩcati que, cuando se produjo el asalto a la Hacienda Salto, se había trasladado a las proximidades de Santa Teresa. No sabemos por qué razón este subgrupo Krĩcati - que habían buscado protección en la colonia militar Santa Teresa - comenzó a regresar al lugar de donde se había retirado. Lo que importa señalar es que este subgrupo Krĩcati se unió a un grupo Pihàcamekra, hecho corroborado por el relato del viejo Zezinho (el indio más antiguo de la aldea, de unos 90 años) al decir que su gente se fue a causa del sarampión en la cabecera del Cacau (territorio de este último grupo) y que de ahí fue a Imperatriz (la colonia de Santa Teresa), y que de allí fueron bordeando el Tocantins hasta la cabecera del Ribeirão Clementino, donde finalmente se establecieron en las aguas del río Arraia, formando la aldea del Bacuri Seco. De acuerdo con el viejo Zezinho, el subgrupo que se encontraba en Imperatriz (los Pihàcamekra) "estaban tranquilos; los que estaban en la Serra da Desordem eran los que estaban teniendo problemas con los cupen”.

De esta aldea - y siempre en aguas del río Arraya - se trasladaron para formar la aldea de São João, a continuación hacia la aldea Mata Verde, acabando por regresar al lugar de la antigua aldea de San Gregorio; a una distancia de un cuarto de legua de ella formaron una nueva aldea, también llamada San Gregorio.

Los Krĩcati cuentan que cuando este grupo formó esta aldea en San Gregorio, otro grupo estaba situado en la aldea Faveira. Luego, que este último se trasladó para formar la aldea “Canto da Aldeia” en la cabecera más meridional del río Pindaré, y que los dos grupos empezaron a establecer relaciones más sistemáticas a través de vínculos matrimoniales, de la demanda de curanderos, o incluso a través de invitaciones para participar en los rituales. Finalmente, el subgrupo de la aldea San Gregorio acabo juntándose a los Krĩcati del Canto da Aldeia.

Probablemente los dos grupos llegaron a reunirse porque su contingente poblacional era insuficiente para poder asegurar la reproducción de su vida. Fue cuando estaban nuevamente juntos en esta aldea que hicieron un gran campamento (ranchería) en un pozo del Pindaré. Esta zona es muy importante para los indios, ya que es rico en rãm (arbusto del pantano, cuya savia se utiliza en "emplumados", motivo por el cual los Krĩcati constantemente hacen campamentos en esa margen). El pozo es actualmente denominado "Poço do Caboclo Velho” (Ramcô), porque, como cuentan los Krĩcati, en aquella época un viejo indio fue asesinado y arrojado al pozo por los "cristianos".

La aldea situada en el "Canto da Aldeia" es el punto de referencia para la descripción y análisis del movimiento de los subgrupos Krĩcati a través de su territorio en el siglo XX, expresados en desplazamientos y en el proceso de fusión y escisión de sus aldeas.

El censo de la SPI (Servicio de Protección a los Indios) de 1919 menciona dos aldeas Krĩcati - "Engenho Velho”, con 65 habitantes, y "Canta da Aldeia”, con 204 habitantes. Por su parte, Nimuendajú, que los visitó en 1920, hace referencia a una tercera aldea ("Caldeirão"), pero sin mencionar población (Nimuendajú, 1946: 17).

Conviene recordar que fue de la aldea del Caldeirão (aguas del Tapuio, formador del río Stingray) que uno de los bandas Krĩcati vino a residir en el Canto da Aldeia. Lo más probable es que algunas familias se hayan quedado en el antiguo lugar. Nimuendajú no debe haberlos visitado, por eso no estima su población, pero debe haber oído hablar, en el Canto da Aldeia, de unas pocas familias que aún no se habían unido totalmente al grupo. "Engenho Velho" estaba formada por una familia extensa compuesta por el fallecido indio Manduca (padre del viejo Ludogero, todavía vivo) con hijos, yernos y esposas. La trayectoria de este pequeño subgrupo indica que se mantuvo autónomo hasta aproximadamente 1978.

Reunidos de nuevo en una aldea populosa, después de casi 70 años, el Canto da Aldeia tornó posible la realización de los grandes rituales (aquellos relacionados con el ciclo de la iniciación, y que requiere la participación no de un grupo familiar, sino de todas las familias componer la aldea). Y también es el momento en que las invasiones en el territorio Krĩcati se intensifican y los indios empiezan a perder el control sobre los moradores que vienen a ocupar sus territorios.

Los nuevos ocupantes o los descendientes de los pioneros comenzaron a no retribuir más con ganado su establecimiento en "tierras indígenas". Y a medida que el ganado comienza a aumentar y la caza empieza a reducirse, los indios comienzan a intensificar el sacrificio del ganado de los cupen. Acecha la amenaza de que los ataques aislados - como el del viejo indio asesinado y arrojado en el foso del Río Pindaré (reivindicado como límite norte del territorio tradicional y actual) - puedan convertirse en verdaderas "masacres de indios".

Es bajo esta situación que el SPI determinó, en 1929, que su encargado Marcelino Miranda promoviese, no la expulsión de los invasores del territorio krĩcati que eran los responsables del clima de tensión, sino la transferencia de los Pykobjê y Krĩcati a la región de Barra do Corda – lo que sería la culminación de la desobstrucción de esta parte sur del Maranhão de las aldeas indígenas, garantizando una colonización que comenzó 90 años atrás.

La documentación histórica sobre esta transferencia es importante, nos dice Marcelino Miranda en su informe "presentado a la Inspectoría del Servicio de Protección de los Indios, en los Estados de Pará y Maranhão, sobre la transferencia de los indios 'Caracatys' y “Gaviãoes":

Paso a manos de V.S. el informe de los hechos relativos a la transferencia de los indios Grajahú a la Barra do Corda, en el que fui incumbido por V.S en virtud de las amenazas contra los mismos por parte de los hacendados que viven allí y de la exigencia del gobierno del Estado que declaró que si no los retirase, él los mandaría retirar, cuyos indios son los Gaviões y Caracatys de las aldeas "Saõ Félix" y “Recurso" distantes a 105 kilómetros de esa ciudad y a 24 kilómetros encima de la otra.

En mala situación como están los Caracatys del lugar Canto da Aldeia en el municipio de Imperatriz comprendí que la mudanza debía incluir a toda la tribu ... Esta aldea se encuentra a 66 kilómetros de distancia de aquella de Grajahú

… No sé cuál de sus enemigos tuvo la siniestra idea de hacer correr el rumor falso de que los silvícolas se preparaban para atacar Grajahú e incluso Barra do Corda. Al mismo tiempo infundían en ellos (los indios) que la Inspectoría los mandaría buscar para matarlos…

Al día siguiente (2 de julio) al de mi llegada (a la aldea de San Félix), expuse allí a los indios las razones que me llevaban esta vez a aquellas aldeas. Entonces todos se negaron a venir a Barra do Corda. Seguí hacia la aldea Recurso, con el mismo resultado.

… Entonces decidí seguir hacia el Canto da Aldeia para ver si podía traer a los Caracatys (...) habiendo llegado en la madrugada de 24 del mes aludido – a la casa de un hacendado, el mayor Salustiano Gomes, hay media legua distante de la aldea – justo cuando anocheciera allí pasé la noche (...) partiendo hacia la aldea en la mañana siguiente.

Como los rumores habían llegado allí, fui a encontrar a los indios que acamparon a media legua de la aldea. Luego siguieron hacia la misma junto conmigo, y allí traté de convencerlos de que deberían venir a Barra do Corda y les agradé de la mejor manera (...) los indios que se negaron a venir huyeron por un matorral próximo, de modo que sólo pude traer siete indios y cinco indias ".

El Sr. Miranda también dice que, incluso después de haber abierto roza para ellos en Barra do Corda y de haberles dado comida, ropa y herramientas, los Krikati

(...) querían seguir hacia la aldea y pronto comprendí que si los retuviese por más tiempo aquí ellos acabarían fugando. Les di entonces lo necesario para su sustento en el viaje y les deje seguir satisfechos, con tarea de invitar a sus compañeros por llegar. Mi plan era buscarlos terminando setiembre, pero sucedió que un tal señor Manduca Milhomem, con domicilio en el lugar "Campo Alegre" a dos leguas de distancia de aquella aldea, nos llevó con engaños a donde él vive, escribiendo después diciendo que no los fuese a buscar, que no los traiga porque le debían, según dijo, 500 mil reales en mercadería que les vendió ... Comprendí que si fuera por él mandaría que los indios fugasen y yo sólo perdería tiempo y dinero. Así que resolví dirigirme decidí al Presidente del Estado e hice la carta para auxiliarlo contra ese intruso pernicioso ... Y mi yerno Antonio Miranda con él escribí a Manduca que dejase a los indios retornar de vuelta a la aldea bajo pena de responsabilizarlos civil y penalmente (...) ".

Y ahora aquí está la historia que hacen los Krĩcati de estos mismos hechos:

Cuando vivíamos en el Canto da Aldeia, de vez en cuando se mató un ganado de los cupen. Al comienzo los cupen daban unas cabezas de ganado para agradarnos. Después los mas viejos murieron y los hijos pararon con esa costumbre, pero la gente ya había tomado gusto a la carne de vacuno y de vez en cuando mataban uno. Pero, en ese tiempo, los cupen dieron aviso a Marcelino Miranda, quien era encargado del SPI en Barra do Corda. Y Marcelino llegó y se alojaba con los cupen. Y la gente estaba cantando, estaba en el final de la fiesta del wyty de Neuto, que es mi hermano mayor, que está bien aquí.

La gente había hecho un campamento en el lugar llamado Akrãré cerca de la aldea. Y allí llego luego Marcelino con otros cupen. La gente se asustó y corrió hacia el bosque, hasta que Mariano, que era mi padre y era el "dueño" de la fiesta, enfrentó a Marcelino.

Marcelino dijo que teníamos que dejar la aldea, ya que él había recibido órdenes del gobierno y que el SPI ya tenía una tierra para nosotros en Barra do Corda. La gente fue realmente obligada; después vino el cerco de la policía, que fue llevando a los indios, como si fuera ganado, hasta Rodeador (una parcela de tierra adquirida por el SPI para acoger a los Gaviões y Krĩcati), pero la gente aquí y allá iba pendiendo y cuando llegamos había sólo quince indios, que acabaron abriendo roza por allí, antes de regresar a la aldea " (Francisco Milhomem Krĩcati).

Este plan pone de manifiesto la práctica habitual utilizada por los ganaderos en la ocupación del centro-sur de Maranhão: ofertan algunas cabezas de ganado para el jefe de la aldea como pago por la ocupación de los pastos que quedaban en territorio de los indios.

De "inquilinos" a "propietarios"

Sin embargo, como los mismos indios afirman, a lo largo de los años esa relación cambió: de "inquilinos" de la tierra (de los indios), los descendientes de estos pequeños hacendados pasaron a considerarse "propietarios" de la tierra (de los indios), interpretando el pago del arrendamiento que sus padres o abuelos hacían a los indios como la compra de un derecho de posesión: es apelando a esta "legitimidad" que justificaría, más tarde, las masacres a causa del sacrificio del ganado.

Esta inversión de la relación llevó con el tiempo a algunos grupos Timbira, como los Krahô y Ramcôcamekra, a concebir movimientos mesiánicos. Este tipo de eventos buscaban revivir los términos de la antigua alianza – la coexistencia pacífica - con los primeros hacendados, marcada por la "donación" de cabezas de ganado. Desde el momento en que estas "donaciones" comienzan a reducirse, hasta cesar por completo como práctica, los indios, reafirmando el derecho a sus territorios, volvieron de nuevo a sacrificar el ganado de los cupen. El objetivo del ritual mesiánico era conseguir, por medios mágicos, la donación de grandes rebaños de ganado y de todas las mercaderías de los cupen – lo que legitimaba a los ojos de los indios su acción (el sacrificio constante de ganado), ya que todo ello sería realmente propiedad de los indios, en tiempos de la llegada de Aukê, el "mesías".

La historia de los grupos Timbira durante este siglo está dominada, por tanto, por la disputa por el territorio a través del sacrificio de ganado, lo que culminó con la aparición de dos movimientos mesiánicos: entre los Krahô, en 1951, y entre los  Ramcôcamekra, en 1963; y de las masacres entre los Krahô (1940), Ramcôcamekra (1963) y Kênkatêgê (1913) y / o amenazas que justificaron la acción "protectora" del SPI. Sin embargo, cuando se trató de transferir a los Pykopjê y Krĩcati en 1930 y, asimismo, con la transferencia de los Ramcôcamekra-Canela (después de la masacre), la acción del SPI cedía en realidad a la presión de los intereses locales.

Fue debido a esta tentativa de remoción que los Krĩcati vivieron un momento de casi total desarticulación, al punto que Nimuendajú los consideró extintos como grupo organizado; cuando visitó, en 1929, sus remanentes estaban "dispersándose en todas las direcciones". Sin embargo, ese mismo año, Nimuendajú señaló la presencia de muchos Krĩcati entre sus vecinos en años Pykopjê, que habían llegado en años anteriores, en la aldea de San Félix, y de los restos de un grupo no identificado Timbira (Côtugrecatêjê) en la aldea de Recurso (idem: 19). Al hacer hincapié en la extinción de los Krĩcati,

"Nimuendajú nos lleva a pensar que los dos grupos (Pykopjê y Krĩcati) se han amalgamado junto con otros ya extintos convirtiéndose en un solo grupo bajo predominio del grupo anfitrión – los Pykopjê" (Barata, 1981: 40).

Esta "fusión" es prácticamente un hecho para el SPI, como puede verse en el informe del Dr. Marcelino al extender hacia las aldeas Krĩcati (Canto da Aldeia) lo que le fue mandado para las aldeas Pykopjê (São Félix y Recurso), bajo la justificación de que "la mudanza debía comprender toda la tribu ..."

Pero los Krĩcati volvieron a organizarse como un grupo autónomo. Cuentan ellos que el grupo que se fue "quedando en el camino" acabó formando la aldea "Estraira" al borde del arroyo Traíra (formador del río Arraia), donde permanecieron hasta terminar la fiesta del wyty (iniciado a la llegada de Marcelino Miranda).

Un gran número de familias de esa aldea salió para formar la aldea de Macaúba "cerca de un barranco, en un lugar muy feo", y de allí salieron luego para formar la aldea Taboquinha "en un lugar limpio y hermoso." Esa aldea debe haber sido formado entre 1936-1937 (Newton, 1971: 27).

En la aldea de Estraíra se habían quedado cuatro grupos domésticos (los de Benjamín, Marcelino, Bestolo y Mariano) que luego terminaron por unirse al resto del grupo, ya en la aldea de Taboquinha.

Cuentan los Krĩcati que la aldea Taboquinha era grande y que en ese tiempo había gran abundancia. Sin embargo, "en ese tiempo dio mucha epidemia brava, la gente botaba sangre por la boca y empezó a morir, moría en el acto; la gente comenzó a dispersarse de nuevo, había demasiado chismes y hechizo, hasta que mataron al hechicero".

Pero entonces la gente ya se había dispersado: un grupo de tres o cuatro familias, "la gente del finado Dominguinho", fue a formar aldea en un lugar llamado "Carro del buey". Y el grupo del finado Agustín estableció una aldea en un lugar llamado Piquizeiro, y más tarde este grupo se desplazó hacia Baixa Funda formando allí una nueva aldea. Y el resto de la gente que formaba la aldea de Taboquinha se dividió, yendo una parte a formar la aldea en el Estraíra nuevamente. Esta aldea de Estraíra se escindió poco después, retornando algunas familias a las orillas del arroyo de San Gregorio, mientras que la mayoría acabó formando la aldea "Canto Grande". Más tarde, los dos grupos se volvieron a unir, con la incorporación del grupo de San Gregorio a la aldea "Canto Grande".

En ese período la gente de la aldea de Sucupira (escisión de la aldea Taboquinha) se desplazó hacia el borde del arroyo San José, cerca al lugar de la actual población del mismo nombre, donde se juntaron una parte de las familias Krĩcati que residían en Canto Grande, mientras que el resto de la aldea se trasladó a un lugar llamado Batéia.

Durante todo este tiempo, la gente del finado Manduce continuaba viviendo "aparte". Del "Engenho Velho" - aldea visitada por Nimuendajú en 1929 - este grupo pasaría a residir en Vão da Serra y posteriormente en un lugar llamado "Cabecera de las Cabras".

En 1962, "a causa del sacrificio del ganado", los hacendados volvieron a amenazar a los Krĩcati, exigiendo que el prefecto de Montes Altos, Jocino Gomes, tomara medidas enérgicas contra los indios. El alcalde convocó entonces a una reunión en la prefectura donde estuvieron presentes representantes Krĩcati de todos las aldeas existentes en ese momento (Baixa Funda, Cabecera das Cabras, Batéia y San José) y los hacendados. En esta reunión finalmente establecieron un acuerdo por el cual los indios recibirían una cabeza de ganado para ser consumida por la comunidad y dejasen de matar cerdos y ganado de los hacendados.

El prefecto escogió a dos indios que estuvieron presentes en la ocasión y hablaban bien el portugués, Francisco y Urbano, para que vigilen el cumplimiento del acuerdo. El prefecto aconsejó también que todos los Krĩcati debían vivir juntos en una sola aldea, lo que facilitaría el trato con la prefectura (que ofreció la posibilidad de algún tipo de asistencia). En el contexto de esta "cooperación", Frei Arístides, misionero italiano que acababa de llegar a Montes Altos, comenzaría una escuela en la aldea de San José con el compromiso de que todos los niños Krĩcati estudiasen en ella.

La escuela del padre Arístides, que tenía como maestro a otro misionero italiano, el padre Antonio, fue el principal mecanismo utilizado por los políticos regionales para que los Krĩcati dejado dejasen de habitar simultáneamente en varios puntos de su territorio. Sin duda, esta pluralidad de aldeas pequeñas estaba dificultando la plena ocupación de partes del territorio Krikati por los hacendados vecinos.

De acuerdo a las informaciones contenidas en el informe de la antropóloga Delvair Montagner (Funai, 1980: 55), la transferencia de la aldea de Batéia se llevó a cabo en octubre de 1978, según consta en los archivos del Puesto; sin embargo, cuando la antropóloga estuvo entre los Krĩcati en 1979, informó que aún había once personas en la aldea antigua, que se habían recusado a residir en San José.

En 1979, los Krĩcati todavía habitaban tres puntos distintos de su territorio: a orillas del Ribeirão San José (aldea San José); a orillas del Ribeirão Bom Vivendo (aldea Batéia); y en las márgenes del Ribeirão Buenos Aires (aldea Arena). A partir de 1980 los Krĩcati estuvieron todos reunidos en una sola aldea: San José.

La aldea "Arena" estaba compuesta de familias extensas guajajara residentes en el territorio krĩcati en la región de la Serra do Cipó (límite sudeste), con los cuales los Krĩcati realizan matrimonios mixtos. Los Krĩcati los consideraban como "agregados"; de hecho, son los únicos “agregados” que les son hasta hoy fieles. En la región del río Arraya (en el "Bosque Verde"), límite sudoeste, todavía reside una familia nuclear de ese grupo.

Modos de vida

Corrida de toras. Foto: Gilberto Azanha, 1989.
Corrida de toras. Foto: Gilberto Azanha, 1989.

Para los Timbira el tiempo es visto como una secuencia de verano (amcró) e invierno (ta'ti) o, mejor, de la estación seca (que comprende los meses de abril a septiembre, aproximadamente) y de la temporada de lluvias (de octubre a marzo, aproximadamente). Estas dos estaciones regulan los dos períodos ceremoniales de la vida social y también el conjunto de las actividades productivas. Gran parte de los ritos relacionados con el ciclo anual se concentran en el período de la temporada de lluvias, mientras que la estación seca se reserva para la realización de uno de los ritos relacionados con la iniciación.

Los festivales (amji kin, literalmente: "alegrarse") krĩcati, como en los demás pueblos Timbira, están relacionados con el ciclo anual (fiesta del maíz, la batata, el cambio de estación del año), la iniciación de los jóvenes, la regulación de las relaciones de parentesco y de las relaciones interpersonales, valiéndose de las relaciones entre los animales como paradigma (como la fiesta del pescado, de la irara [Eira barbara], de las máscaras), las fiestas en relación con la asunción o la entrega de la dignidad wyty (niño o niña ritualmente asociados con individuos del sexo opuesto de la) o también a fiestas y pequeñas ceremonias relacionadas con el ciclo de vida de un individuo (para proteger a la pareja en el nacimiento de los niños, los ritos de re-introducción de alguien que quedó apartado por mucho tiempo de la convivencia en la aldea por causa de enfermedad o duelo). En estos dos últimos casos (wyty y ciclo de vida), la responsabilidad por el suministro de alimentos y bienes para la aldea es de la casa de origen del hombre o la mujer.

Estas fiestas requieren de la distribución de abundante comida, y hoy en día algunas de ellas son diferidas durante un período de "latencia" de varios meses hasta que la aldea promotora pueda proporcionar alimentos y otros artículos necesarios para su realización. Además de la comida, son necesarios mostacillas y cortes de tela, que son ofrecidos a los participantes de otras aldeas.

Cada fiesta está marcada con el nombre de una corrida de tora específica y por cantos específicos - lo que lleva a la conclusión de que sin un "cantador" (incrercatê) que domine los cantos no se puede realizar un determinado ritual. Las aldeas que se encuentran en esta situación superan el problema "contratando" un cantador de otra aldea del proprio grupo o de otra aldea timbira.

Las fiestas resaltan la solidaridad necesaria para la convivencia en las aldeas y son momentos en los que se enfatiza las normas de comportamiento. Los amjkin, además de proporcionar un momento de "alegría" y de relajación (pues en esos momentos los jóvenes tienen oportunidad de conocer a mujeres de fuera, y los hombres y las mujeres casadas de experimentar relaciones sexuales extramaritales, aunque permitidas), son fundamentales para actualizar la estructura sociocultural y para el equilibrio de las relaciones internas.

Por ello, las "fiestas" llenan el calendario anual de las aldeas casi en su totalidad: siempre, en cualquier período del año, una aldea está preparando o ejecutando una fiesta o aguardando las condiciones para finalizar alguna otra.

Para obtener más información acerca de la forma de vida y la organización social de este pueblo, visite el artículo Timbira.

 

Fuentes de información

  • BARATA, Maria Helena. A antropóloga entre facções políticas indigenistas : um drama do contato interétnico. Belém : MPEG, 1993. 140 p. (Coleção Eduardo Galvão)

 

  • COELHO, Elizabeth Maria Beserra. A política indigenista oficial na dinâmica da disputa pela terra : o caso da demarcação da terra Krikati. In: BARREIRA, Irlys; VIEIRA, Sulamita (Orgs.). Cultura e política : tecidos do cotidiano brasileiro. Fortaleza : UFCE, 1998. p. 51-75. (Percursos, 2)

 

  • CORREA, Katia Nubia Ferreira. Muita terra para pouco índio? O processo de demarcação da Terra Indígena Krikati. São Luis : UFMA, 2000. 208 p.

 

  • LADEIRA, Maria Elisa. Krikati : um longo processo para o reconhecimento de suas terras. In: RICARDO, Carlos Alberto (Ed.). Povos Indígenas no Brasil : 1987/88/89/90. São Paulo : Cedi, 1991. p. 491-2. (Aconteceu Especial, 18)

; AZANHA, Gilberto. Os “Timbira atuais” e a disputa territorial. In: RICARDO, Carlos Alberto (Ed.). Povos Indígenas no Brasil : 1991/1995. São Paulo : Instituto Socioambiental, 1996. p. 637-41.

 

  • LAVE, Jean Elizabeth Carter. Social taxonomy among the Krikati (Ge) of Central Brazil. Cambridge : Harvard University, 1967. 384 p. (Tese de Doutorado)

 

  • NEWTON, Dolores. Social and historical dimensions of Timbira material culture. Cambridge : Harvard University, 1971. 342 p. (Tese de Doutorado)